Adam Ferguson
Adam Ferguson (Logierait, Perthshire, 20 de junio de 1723-St. Andrews, 22 de febrero de 1816),[1] fue un filósofo, científico social e historiador de la Ilustración escocesa. Se le considera el padre de la sociología moderna.[2] BiografíaRecibió las primeras enseñanzas en la escuela parroquial de Logierait y la escuela de gramática de Perth. Posteriormente, Ferguson realizó estudios en la Universidad de Edimburgo y la Universidad de St. Andrews. En 1745, debido a sus conocimientos de lengua gaélica, fue nombrado capellán adjunto del regimiento escocés de la Guardia Negra, aunque no había completado los necesarios seis años de estudios teológicos.[3] Sigue siendo un tema de debate en cuanto a si, en la batalla de Fontenoy (1745), Ferguson, luchó en las filas durante todo el día, y se negó a abandonar el campo, a pesar de la orden de hacerlo por su coronel. Sin embargo, ciertamente lo hizo bien, convirtiéndose en capellán principal en 1746.[4] Continuó unido al regimiento, hasta 1754, cuando, decepcionado por no obtener un sustento suficiente, dejó el clero y decidió dedicarse a la literatura.[3] Después de residir en Leipzig por un tiempo, regresó a Edimburgo, donde en enero de 1757 sucedió a David Hume como conservador de la Biblioteca de Abogados (véase la Biblioteca de los defensores), pero pronto renunció a este cargo para convertirse en tutor de la familia del conde de Bute. En 1759, Ferguson nombrado catedrático de Filosofía Natural de la Universidad de Edimburgo, y en 1764 fue trasladado a la cátedra de "neumáticos" (la filosofía mental) y a la de "filosofía moral".[3][5] Antes de renunciar a su cátedra en 1785, ya había escrito sus principales obras, entre las que destacan The Morality of Stage Plays Seriously Considered (1757); Essay on the History of Civil Society (1767); Institutes of Moral Philosophy (1769); y Remarks (1776), en la que Ferguson proponía condiciones de paz para los norteamericanos que luchaban en la Revolución Americana. En 1778, Ferguson viajó a Filadelfia con una comisión británica enviada para negociar con los revolucionarios estadounidenses. Su innovador análisis crítico de la división del trabajo fue recuperado por Schiller, Hegel y los mismísimo Marx en El capital: el escocés veía la especialización en el comercio como uno de los rasgos más llamativos de las consecuencias no intencionadas de los actos humanos.[5] Pasó sus últimos años retirado en St. Andrews. Sir Walter Scott compuso su epitafio.[3] Obras importantes: An essay on the history of civil society (Ensayo sobre la historia de la sociedad civil).[5] Referencias
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