Batalla de la Vía Flaminia
La batalla de la Vía Flaminia fue un suceso bélico ocurrido en los primeros meses del año 409.[1] Se enmarca dentro de la segunda invasión de Italia llevada a cabo por Alarico y los visigodos.[2] No se conoce con exactitud donde sucedió.[1] aunque se sabe que fue dentro de alguna ruta principal que uniese la costa adriática con Roma.[3] De esta manera, se puede estimar que tuvo lugar en algún punto de la Vía Flaminia. En el año 408 Alarico invadió Italia y para noviembre había conseguido poner a Roma bajo sitio.[4] El cerco solo se levantó tras el pago de una cantidad importante de dinero y el compromiso de sellar una alianza con los visigodos que les permitiese establecerse dentro del Imperio.[4] Sin embargo, el gobierno de Rávena se negó a cumplir esta última condición e intentó organizar alguna respuesta militar aunque sin debilitar el escaso ejército italiano que necesitaba para protegerse del usurpador Constantino de Britania. Para ello, a inicios del 409, dispuso que seis legiones situadas en Dalmacia (unos 6000 hombres) se trasladasen a Italia comandadas por Valente.[3] Ya en la península, se les ordenó que se dirigiesen a Roma y se introdujesen en ella como guarnición militar aprovechando que los visigodos se habían retirado a Eutria.[3] Valente cometió el error de conducir a sus tropas directamente por una vía principal en lugar de usar caminos secundarios.[3] Probablemente tomó la Vía Flaminia al igual que habían hecho los visigodos el año anterior. Esta calzada atravesaba los Apeninos discurriendo por valles y desfiladeros. Igualmente, pasaba cerca del límite de Etruria por lo que no tuvo que ser difícil para los visigodos tener conocimiento de la llegada del ejército romano.[3] Prepararon una emboscada en algún sitio propicio y esperaron a que llegasen.[3] Valente y sus tropas fueron completamente sorprendidos y prácticamente todo el ejército cayó muerto o prisionero.[3] Solo pudieron escapar el propio Valente y unos 100 soldados que consiguieron finalmente refugiarse en Roma.[3] Fue el mayor desastre militar para los romanos durante toda esa guerra con los visigodos. Desde entonces, evitaron usar sus tropas para enfrentamientos en campo abierto contra ellos y se limitaron a defenderse en ciudades amuralladas. Referencias
Bibliografía utilizada en el artículo
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