Teniendo sus antecedentes históricos en la Casa de la Reina de Castilla, se configuró modernamente tras traer Felipe I la etiqueta de la corte de Borgoña. La primera camarera mayor se nombró de facto para su nuera, la emperatriz Isabel de Portugal, en 1526.
La responsabilidad principal de la Cámara de la Reina recaía en la Camarera mayor, en torno a la cual se estructuraba todo el departamento ya que, si por una parte era la persona que de manera inmediata y directa servía a la soberana, por otra tenía autoridad sobre las distintas dignidades y oficios que componían su personal. Su primera obligación era de asistencia personal a la soberana: debía acompañarla en todo momento, hasta el punto de dormir en su cámara, cuando no lo hacía el Rey, y en una estancia inmediata cuando esto sucedía. Era la encargada de proporcionar la ropa mientras la vestían, así como de acercarle el agua y la toalla que utilizaba para lavarse. También asistía a su tocado y a cualquier otra actividad relacionada con el aseo y arreglo diario. Todas estas funciones suponían una gran intimidad, así como el contacto físico y directo con la Reina, lo cual adquiría un claro valor simbólico y era la causa principal de la dignidad de su cargo y de las consideraciones de todo tipo, materiales y honoríficas, que por su desempeño se le dispensaban. La Camarera mayor, en principio, no tenía competencias hacendísticas propiamente dichas, pero ella era, sin embargo, la encargada de programar el gasto de la reina, dando la relación de las cosas que hubiera que comprar al guardajoyas que era quién tenía competencia para hacer las transacciones.
En la estructuración de la Real Casa a partir del siglo XIX, la camarera mayor de palacio disfrutaba de la misma categoría que el mayordomo mayor del rey de España, debiendo ser cubierto este cargo palatino por una grande de España, elegida entre aquellas de la clase de dama de la reina de mayor antigüedad. Dirigía todo lo relativo a la etiqueta y organización de la Casa de la Reina auxiliada por el mayordomo mayor de esta. En esta función le correspondía señalar las audiencias a conceder por la soberana. En las comitivas fuera de palacio ocupaba el puesto principal en el coche de la reina seguida de la dama de guardia y de aquel de los mayordomos de semana que igualmente estuviere de servicio.
Asimismo, en esta área de la Real Casa - la Camareria- existió, mientras vivió la Reina viuda, una Camarera mayor de la Reina madre con igual categoría y tratamiento que la Camarera mayor de palacio.
Este cargo palatino tenía asignado un sueldo anual de 6000 pesetas anuales y disponía de oficina y cuarto propio en el Palacio Real de Madrid.