El chavismo es una ideología política surgida en Venezuela alrededor del culto a la figura del expresidente de ese país Hugo Chávez, quien gobernó entre 1999 y 2013. El propio chavismo se identifica como un movimiento cívico-militar de orientación socialista y bolivariana.[1] Sus políticas gubernamentales se le han denominado como «Revolución bolivariana», dentro del fenómeno político de la «marea rosa». Actualmente, el chavismo es la ideología oficialista de la República Bolivariana de Venezuela, bajo el mandato de Nicolás Maduro.
Este movimiento ha permanecido en el poder de Venezuela desde el 2 de febrero de 1999 a través de los gobiernos del propio Chávez (1999-2013) y de Nicolás Maduro (desde 2013). El chavismo se divide entre partidarios de Nicolás Maduro y quienes lo rechazan.[2][3] Los seguidores de Maduro son denominados como «maduristas».[4]
Etimología
De acuerdo con Elías Jaua, en un principio los seguidores de Hugo Chávez se denominaban a sí mismos como «bolivarianos» hasta el año 2001. El término «chavista» surgió originalmente como una palabra peyorativa que luego fue reivindicada por los sectores que apoyan a la figura de Hugo Chávez.[1]
Por otro lado, Hugo Chávez militó en el nunca legalizado Partido de la Revolución Venezolana (PRV), fundado, entre otros, por los exguerrilleros Douglas Bravo y Fabricio Ojeda.[15] Según Adán Chávez, el PRV tenía como tesis fundamental la «insurrección cívico-militar-religioso», la cual coincidía en cierta forma con la concepción de Hugo Chávez de lo que más adelante llamaría «unión cívico-militar».[16]
En 1998, Chávez negó ser socialista y aseguró defender un proyecto más allá del socialismo y el capitalismo.[17] En el principio de su Gobierno manifestaba defender la tercera vía e incluso declaró admirar al político británico Tony Blair.[18] Más tarde, en 2004, afirmó tener «aproximaciones al pensamiento socialista y progresista».[17] Ese mismo año 2004 Chávez manifestó que no era comunista, sino que era «nacionalista, revolucionario, bolivariano».[19] No obstante, a partir del año 2005 defendió la idea del socialismo del siglo XXI,[20] conceptualizada inicialmente por el sociólogo alemán Heinz Dieterich Steffan. Sin embargo, el mismo Dieterich rompió con Chávez.[21] En 2007, Chávez rechazó que el Partido Socialista Unido de Venezuela tomara las banderas del marxismo-leninismo, al cual calificó como un «dogma que ya pasó».[17] Luego, se declaró marxista en 2010.[22][17]
Por otro lado, Chávez decía que su idea de socialismo aceptaba la propiedad privada,[23] mientras esta no «degenera en la acumulación egoísta»;[24] aunque llamaba a concretar la hegemonía de la propiedad social.[25] Igualmente rechazaba el concepto marxista de la dictadura del proletariado.[26] Asimismo, Chávez se declaró partidario del socialismo democrático y sostuvo que su proyecto «es un socialismo nuevo, no es para nada un comunismo clásico».[27] De igual manera, negó querer copiar el modelo soviético o el cubano y afirmaba que cada país podía construir el socialismo a su manera.[28]
Se señala al nacionalista argentino Norberto Ceresole, negacionista del Holocausto y asesor del dictador peruano Juan Velasco Alvarado, como asesor de Hugo Chávez durante la campaña presidencial de 1998; sin embargo, aunque Chávez lo reconoció como su amigo negó que fuese su asesor.[29] El politólogo Jorge Verstrynge fue invitado al Foro Militar sobre Guerra de Cuarta Generación y Conflicto Asimétrico, realizado en la Academia Militar de Venezuela[30] Más tarde, en mayo de 2005,[31] 30.000[32] ejemplares de su libro La guerra periférica y el islam revolucionario, y los distribuyó entre generales, jefes y oficiales de la Fuerza Armada Nacional (FAN) de Venezuela,[33] ha sido publicado por el ejército para su uso en el Instituto de Altos Estudios de la Defensa Nacional.[33]
Chávez fue crítico del dinero fiduciario y en su lugar defensor de dinero respaldado como el patrón oro o como en su propuesta el petro respaldado en petróleo.[36]
A su vez, el socialismo chavista ha apoyado la formación de mecanismos propios de planificación económica.[37]
Igualmente Chávez defendió la intervención del Estado en la economía con políticas como el control de precios, pero advertía que la construcción del socialismo debía ser del Estado junto al pueblo: «Nosotros no vamos rumbo al estatismo, vamos rumbo al socialismo».[38] Por otra parte, aseguró que el estatismo lleva al fracaso.[39] Por su defensa a la intervención estatal económica, Chávez rechazó el libre mercado por considerarlo como la ley de la selva.[40] Sin embargo, reconoció que el mercado no se puede negar, y planteó, siguiendo a István Mészáros, un «mercado socialista» regulado por un Estado revolucionario y socialista.[41][42]
En otro orden de ideas, Nicolás Maduro en 2019 respaldó la instalación de facto del régimen multimonetario donde coexisten distintas monedas como el bolívar, el petro, el dólar, entre otras divisas extranjeras y monedas digitales, a la vez que aprecia que se está consolidando —producto de la crisis económica— un proceso al cual califica de «autorregulación» de la economía, donde la población ha optado por el uso de facto del dólar y otras divisas.[43][44] Asimismo, ha recomendado leer a Deng Xiaoping, líder de la transformación de China hacia la llamada economía de mercado socialista.[cita requerida] Por otra parte, sobre todo desde 2018, en el ámbito económico, el Gobierno de Nicolás Maduro se ha caracterizado por flexibilizar controles estatales sobre la economía, liberar la carga impositiva a empresas privadas, privatizar empresas estatales y profundizar la inversión extranjera.[45][46]
Luego, el chavismo empieza a proyectarse en mayor dimensión el 4 de febrero de 1992, cuando, en medio de un golpe de Estado fallido contra el presidente Carlos Andrés Pérez, Hugo Chávez apareció en los medios de comunicación asumiendo la responsabilidad de la acción y pidiendo a sus seguidores que se rindieran.[49] Esta fue la primera vez que Chávez se proyectaría al mundo.[50]
Después de eso, Chávez fue puesto en prisión y renuncia a su carrera militar.[50] Durante su estadía en la prisión prepara la propuesta ¿Y cómo salir del laberinto?.[50] Cuando sale de la cárcel en 1994, gracias a un indulto del entonces presidente Rafael Caldera,[50] Chávez se dedica a recorrer Venezuela.[51][1]
Desde entonces Chávez empieza a aglutinar el apoyo de diversos sectores de la población venezolana incluida gran parte de la izquierda venezolana y parte del empresariado con la intención de reivindicar el pensamiento bolivariano y refundar el Estado venezolano a través de una asamblea constituyente.[1] En esos años, exactamente en 1997, nace el Movimiento Quinta República (MVR), plataforma electoral que, junto al apoyo del Polo Patriótico, lleva a Chávez al poder en las elecciones presidenciales de 1998.[52]
De acuerdo con el politólogo Jesús Azcargorta, Hugo Chávez durante su primera campaña presidencial «criticó ferozmente al status quo, que la mayoría de los venezolanos asociaba con corrupción y elitismo». Además, «atrajo a distintos grupos sociales, instrumentalizando muy bien la noción de ‘pueblo’ para acercarse al ciudadano de a pie».[53]
Presidencia de Chávez
Durante su presidencia, Hugo Chávez transformaría profundamente la política venezolana así como también la dinámica de las relaciones latinoamericanas y caribeñas.[50] De igual manera, ningún presidente venezolano reciente llegó a tener un perfil internacional tan alto como el de Hugo Chávez.[50] Para Jesús Azcargorta, el Gobierno de Hugo Chávez se caracterizó por gestarse durante un tiempo de altos precios del petróleo —principal fuente de ingresos de Venezuela— y un auge de la izquierda en América Latina, lo cual le garantizó «apoyos duraderos».[53] De hecho, la BBC Mundo resalta que Hugo Chávez fue «responsable de recibir el liderazgo de la izquierda latinoamericana y renovarla» en su momento.[50]
Por su parte, Claudia Zilla, de la Fundación Ciencia y Política (SWP) de Berlín, señala que gracias al «boom petrolero», Chávez pudo fundar numerosos programas sociales que se articularon con un discurso político convincente con el cual, entre otras cosas, «politizó fenómenos como la desigualdad económica» y permitió a la población sentirse incluida socialmente.[53] Sin embargo, Zilla argumenta que también se generó una exclusión política contra el adversario gracias a un discurso polarizante.[53]
El 16 de junio de 2013 la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés) entregó un diploma en Reconocimiento de progresos notables y excepcionales en la lucha contra el hambre al Gobierno venezolano, señalando que fue «a través de los subsidios en los alimentos que son ofertados a través de la red de abastecimiento de alimentos del Estado».[54]
Tras el fallecimiento de Chávez, Nicolás Maduro se comprometió a continuar con el proyecto chavista como presidente.[55] Incluso el mismo Maduro afirma que no existe el «Madurismo».[4] Por otra parte, también se posiciona el término «chavomadurismo»,[56] indicando simplemente una versión del mismo chavismo.[57]
Venezuela durante el Gobierno de Maduro se ha caracterizado por una crisis económica, política y social, pero el oficialismo defiende la tesis de que existe una «guerra económica» contra Venezuela.[58] Sin embargo, incluso sectores de izquierda chavistas y no chavistas han rechazado la existencia de dicha «guerra económica» responsabilizando al Gobierno y élites 'enchufadas' por la crisis.[59][60][61][62]
De igual manera, el Gobierno de Maduro ha sido fuertemente criticado por sectores chavistas, quienes acusan al actual mandatario de haberse alejado del ideario revolucionario y apegarse más a una política de tono burgués.[63] Otros acusan a Maduro de usar las imágenes de Bolívar y Chávez como «mascotas de campaña» y así, desviar la atención de los actuales problemas de la población, ignorando deliberadamente la autocrítica de diversos críticos chavistas a la gestión «madurista».[64] Por otro lado, varios medios y ciudadanos venezolanos han señalado cómo tras el inicio de la década de los 2020s la imagen y discurso del mismo Chávez ha ído desapareciendo de la propaganda y discurso gubernamental, que sumado a varios cambios en las medidas económicas del Estado (denominadas por sectores de la izquierda opositora cómo "restauradoras del neo-liberalismo"), ha sido vista por parte del 'chavismo crítico' cómo reflejo de que Maduro estaría "enterrando y destruyendo el legado" de Chávez.[65][66]
Por su parte, Nicolás Maduro reconoce que han fallado en el desarrollo de las fuerzas productivas a la vez que admite «el viejo modelo de capitalismo de Estado corrupto, ineficiente y corruptor» propio del tradicional rentismo petrolero venezolano se ha conjugado en forma contradictoria con un modelo estatista que «pretende ser socialista».[67]
Evolución del chavismo pos-Chávez dentro del total de la población venezolana:
Sin embargo, más allá de la identificación como chavista, según la encuestadora Datanálisis, la imagen de Hugo Chávez para 2018 era valorada positivamente en un 50 %.[73][74] Por otra parte, de acuerdo con un reportaje de la BBC Mundo en vísperas de las elecciones presidenciales de 2018, los chavistas que apoyaron a Maduro en dichos comicios lo hicieron «por convicciones políticas, por experiencias personales, por no encontrar una alternativa mejor o por fidelidad a Hugo Chávez».[75]
Chavismo crítico
Tras asumir Nicolás Maduro el poder en Venezuela se ha instaurado diversos grupos chavistas con diferentes posiciones frente al Gobierno de Nicolás Maduro y la oposición tradicional venezolana.[76][77] Entre estos grupos algunos de los que se han posicionado en contra de Maduro son Redes,[78] Marea Socialista[79] y Unidad Política Popular 89.[80] De igual manera, algunos chavistas dicen apoyar críticamente a Maduro.
El 10 de agosto de 2020, los partidos PCV y PPT —dos de los más grandes partidos políticos de izquierda del país y que durante mucho tiempo fueron aliados de Maduro— anunciaron un deslinde parcial del PSUV y del GPP, para formar así una nueva coalición de partidos conocida como Alternativa Popular Revolucionaria (APR por sus siglas), postulando así sus propios candidatos para las elecciones parlamentarias realizadas ese mismo diciembre. Rafael Uzcátegui, secretario general del PPT, argumentó que su separación del PSUV se debió a «diferencias con sus políticas económicas, su tratamiento al problema del salario, las prestaciones sociales, la lucha por la tierra y en cuanto a construir una economía productiva, un socialismo ético y productivo», mientras que también advirtió que «la liberación de la economía [que adjudican a Maduro] es la condena de los trabajadores».[81] En una rueda de prensa, el nuevo bloque de partidos declaró que uno de sus objetivos es «el restablecimiento de los derechos conquistados en el periodo del comandante Hugo Chávez».[82]
También, figuras importantes del mandato de Chávez que se oponen a Maduro cómo Rafael Ramírez, Juan Barreto, Walter Martínez, Andrés Izarra, Jorge Giordani, Mary Pili Hernández, Eva Golinger y María Alejandra Díaz, entre otros, se han declarado chavistas a pesar de su deserción de las filas gubernamentales, y han señalado que el madurismo y el chavismo serían corrientes antagónicas y opuestas, señalando contradicciones ideológicas, diferencias en la manera de gobernar entre Chávez y Maduro (criticando principalmente el autoritarismo madurista), el acercamiento de este último a políticas de corte derechista, y su antagonismo para con los chavistas críticos a su gestión de gobierno.[83] Óscar Figuera, actual líder del Partido Comunista de Venezuela, declaró que el gobierno de Nicolás Maduro «para nosotros no es chavista, es un gobierno neoliberal; Chávez llegó para revertir el paquete neoliberal. Un gobierno neoliberal no puede ser chavista». A su vez, dijo que: «[Sí] constatamos una deriva cada vez más autoritaria del gobierno de Nicolás Maduro que se corresponde con la aplicación de los paquetes neoliberales porque quienes controlan el poder tienen que utilizar la fuerza represiva para mantener el control sobre el pueblo».[26]
Por su parte, el propio Nicolás Maduro ha calificado a la izquierda que se le opone o lo critica como «izquierda trasnochada, divisionista y derrotada»,[84] así como de «falsos chavistas» que le habrían «vendido el alma al diablo» y que pretenden «confundir al pueblo».[85][86]
Los críticos acusaron de populista a Hugo Chávez desde sus inicios y señalaron que parte de su política era una nueva forma de asistencialismo no religioso.[87] La economía estaba controlada por medio de decretos presidenciales en la época de Chávez con poca experiencia. Aunque la intención era reducir la dependencia del petróleo, las pocas empresas rentables quebraron.[88] Además, la petroeconomía era saqueada por los funcionarios instalados por el régimen: en Suiza, aproximadamente $ 100 millones en posibles sobornos habían sido bloqueados en 2014 por un caso que involucraba mil millones de dólares. Los procedimientos contra PDVSA están pendientes en los tribunales estadounidenses y en el regulador bancario suizo. Según un informe del Parlamento venezolano, se desviaron no menos de $ 11 mil millones entre 2004 y 2014. Nervis Villalobos, viceministro de Energía Eléctrica de 2004-2006, fue arrestado con otros tres funcionarios de PDVSA en España en octubre de 2017.[89][90]
A pesar de exhibir una retórica socialista, los críticos han calificado al chavismo como capitalismo de Estado.[91] En una entrevista de 2017, el filósofo Noam Chomsky, al ser cuestionado si tomaría la economía en quiebra de Venezuela como una admisión de que el socialismo «destrozó la vida de las personas», dijo: «Nunca describí al gobierno capitalista de Estado de Chávez como “socialista”, ni siquiera insinué tal absurdo. Estaba bastante alejado del socialismo. El capitalismo privado se mantuvo. [...] Los capitalistas eran libres de socavar la economía en todo tipo de formas, como la exportación masiva de capital».[92] Los críticos también frecuentemente apuntan hacia el gran sector privado de Venezuela: en 2009, aproximadamente el 70 % del producto interno bruto de Venezuela fue creado por el sector privado.[93]
En abril de 2018, la principal revista izquierdista de Francia, Les Temps Modernes, fundada por Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir en 1945, declaró su ruptura con el régimen chavista venezolano al denunciar que la Revolución Bolivariana había resultado ser un «gran fracaso»; en una serie de ensayos y entrevistas a intelectuales de izquierda, la revista abordó los aspectos políticos, económicos y sociales que llevaron al fiasco del modelo.[95]
Por su parte, Eduardo Molina de La Izquierda Diario, periódico afiliado a la Fracción Trotskista - Cuarta Internacional, acusó al chavismo de dejar a Venezuela en una «abismal crisis económica y social» el cual es producto de la bancarrota del tradicional capitalismo dependiente basado en el rentismo petrolero que el propio chavismo exacerbó, además de entregar recursos naturales al capital extranjero, con pago «a rajatabla» de la deuda externa, gobernando con un estado de excepción permanente que militariza barrios populares, que impide elecciones sindicales libres, persigue activistas y deja sin legalidad a corrientes de izquierda.[96]
Por otro lado, el economista venezolano Manuel Sutherland afirmó que «más que una transformación socialista (o desarrollista), la economía venezolana vivió una masiva transferencia de renta hacia el capital importador y hacia una casta burocrático-militar que vive a costa de las arcas públicas». Además, lo caracterizó como un «nacional-populismo militarista» y más parecido a una variante del «rentismo petrolero» del primer Gobierno de Carlos Andrés Pérez (1974-1979).[97]
El expresidente uruguayoJosé Mujica, quién fuera amigo de Chávez en vida y que en la actualidad se ha distanciado de Maduro (aunque sin dejar de ser crítico de su oposición), declaró sobre el chavismo y sus ramas que «debe haber una negociación política porque en el largo plazo no hay un chavismo, hay varios chavismos» y afirma que «hay tantos chavistas, o más, fuera del Gobierno que los que hay en el Gobierno [de Maduro]». Aun así, comparó el fenómeno del chavismo con el del peronismo, y concluye en que «el chavismo en Venezuela puede desembocar en algo parecido al peronismo en Argentina, que es un híbrido entre política y religión, con hondas raíces populares».[98]
Por su parte, Juan Guaidó ha señalado en Venezuela «no hubo socialismo porque no hay justicia social»[99] ni rasgos de igualdad y «ni siquiera de respeto a la clase obrera y trabajadora, porque no hay libertad sindical», afirmando que hay una «dictadura desclasada» en su país.[100]
Un elemento constante del que algunos acusan de la retórica de Chávez fueron las teorías de conspiración, generalmente mezcladas con antisemitismo desde 2006,[101] (aunque Chávez afirmó que era «totalmente falso» que fuera antisemita,[102] llegando incluso a sostener reuniones con representantes del judaísmo venezolano).[103][104] En principio, las conspiraciones y los países extranjeros tenían la culpa de cualquier deficiencia en el país,[105][106] acusaciones que continuaron y se intensificaron con su sucesor en la presidencia.[107] Nicolás Maduro insultó a Barack Obama como el «jefe mayor de los diablos»[108] —de manera similar a los exabruptos de Chávez contra George W. Bush—[109] y comparó a Donald Trump con Adolf Hitler.[110] A raíz de las declaraciones propagandísticas de Maduro en febrero de 2019 de que los suministros de la ayuda humanitaria estaban envenenados, también hubo personas que se negaron a tomar comida de extraños durante la escasez de alimentos por los cortes de energía eléctrica a nivel nacional un mes más tarde.[111]
Opiniones académicas
La investigación académica sobre el chavismo muestra un consenso considerable al reconocer su giro temprano hacia la izquierda y su fuerte componente populista. Sin embargo, además de estos dos puntos, existe un desacuerdo significativo en la literatura. Según Kirk A. Hawkins, los académicos generalmente se dividen en dos campos: uno «liberal democrático» que ve el chavismo como una instancia de retroceso democrático y uno «democrático radical» que defiende al chavismo como el cumplimiento de las aspiraciones de democracia participativa. Hawkins argumenta que la división más importante entre estos dos grupos no es metodológica ni teórica, sino ideológica. Es una división sobre los puntos de vista normativos básicos de la democracia: liberalismo versus radicalismo.[112]
Los académicos de la «democracia liberal» se adhieren a una ideología liberal clásica que valora la democracia procesal (elecciones competitivas, participación popular definida principalmente en términos de votación y libertades civiles) como el medio político más adecuado para lograr el bienestar humano. Muchos de estos académicos tienen una visión liberal de la economía, aunque algunos son socialdemócratasmoderados que critican el neoliberalismo. Ellos ven el chavismo bajo una luz mayormente negativa, como un caso de retroceso democrático o incluso autoritarismo competitivo o régimen autoritario electoral. Los aspectos más relevantes de la crítica liberal del chavismo son los siguientes:[112]
No garantizar elecciones libres y justas debido a fraude o cambios frecuentes de las reglas electorales. El Gobierno también viola los principios de libertad electoral, especialmente durante y después del referéndum revocatorio de 2004. Muchas de estas violaciones fueron posibles debido a la parcialidad del Consejo Nacional Electoral.
Violación de las libertades civiles. Varias libertades civiles experimentaron reveses significativos bajo el régimen de Chávez, como la libertad de asociación y de expresión. Algunos de los reveses más significativos se encuentran en la libertad de prensa, en la que el chavismo ha utilizado varios medios para restringir el funcionamiento de los medios comerciales.
Infracción de la separación de poderes. Los eruditos liberales argumentan que el chavismo elimina la separación de poderes entre las ramas del Gobierno al manipular para producir una supermayoría en el Tribunal Supremo de Justicia. Además, en 2006, el Gobierno había removido a cientos de magistrados de tribunales inferiores y amenazó con destituir y enjuiciar a cualquier juez que se atreviera a emitir fallo contra el régimen.
Discriminación política y exclusión de los partidos de oposición. Bajo el régimen chavista, los recursos estatales se utilizan para favorecer al titular, mientras que los partidos de oposición carecen de acceso a los medios y las instituciones legales son capturadas por el Gobierno. Además, muchas fuentes citadas por académicos liberales sugieren que las iniciativas participativas del régimen se utilizan como infraestructura de campaña.
Socavando el Estado de derecho. Los críticos liberales presentan tres ejemplos principales: (i) la politización del poder judicial y la burocracia violó el debido proceso y facilitó el crecimiento de la corrupción; (ii) la voluntad del Estado de intervenir y expropiar la industria privada, muchas veces a través de medios legales cuestionables, sirvió para debilitar los derechos de propiedad; y (iii) los niveles de crímenes violentos se dispararon.
Los académicos la «democracia radical» generalmente se adhieren a una ideología socialista clásica que desconfiaba de las instituciones del mercado, ya sea en el Estado o la economía. Ven a la democracia procesal como insuficiente para garantizar la inclusión política —aunque aún reconocen la importancia de las instituciones democráticas liberales— y enfatizan las formas participativas de democracia y la propiedad colectiva de los trabajadores en la economía. Tienden hacia descripciones del movimiento que celebran sus características participativas o analizan sus debilidades potenciales para lograr sus objetivos revolucionarios. La mayoría de estos estudiosos apoyaron el chavismo y ayudaron a constituir el ala civil del movimiento. Los académicos radicales argumentan que la democracia solo puede volverse efectiva si se profundiza y sienten que el chavismo está haciendo esto, lo que requiere no solo una mayor inclusión de los sectores pobres y excluidos en la toma de decisiones, sino también su reconstrucción en una nueva identidad «popular» que facilita su autonomía y dignidad. Para algunos de estos académicos, profundizar también significa la adopción de una economía socialista y algunos argumentan que requiere tomar el poder a través de un liderazgo carismático, que tendría suficiente apoyo político para llevar a cabo reformas estructurales.[112]
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↑«Venezuela's sham presidential election». Financial Times(en inglés británico). 16 de mayo de 2018. Consultado el 20 de mayo de 2018. «The vote, of course, is a sham. Support is bought via ration cards issued to state workers with the implicit threat that both job and card are at risk if they vote against the government. Meanwhile, the country's highest profile opposition leaders are barred from running, in exile, or under arrest.»