Un epónimo (del griego antiguo ἐπώνυμος [epṓnymos], ‘nombre significante’) es una persona o lugar cuyo nombre se usa para nombrar a un pueblo, concepto, enfermedad u objeto de cualquier clase, habitualmente como una forma de homenaje a dicha persona.[1] Así, el explorador Américo Vespucio es el epónimo del continente América o el emperador César Augusto es el epónimo del mes agosto. En el uso se llama a veces epónimo al nombre así formado.
La eponimia era una costumbre ya presente en épocas arcaicas, en las que era frecuente llamar a un período por el gobernante que ocupase el cargo. En Asiria se estableció un sistema de datación por epónimos que duró más de mil años, cada año se asociaba con el nombre de un individuo que desempeñaba el cargo de limmu; en la Atenas clásica los años llevaban el nombre del arconte epónimo; en la Roma republicana los años se nombraban por los cónsules elegidos para ellos; en Japón el tiempo se mide por eras, que son coincidentes con la duración del reinado de sus emperadores (por ejemplo, 2015 equivale al año 27 de la era Heisei, del emperador Akihito).
A lo largo de la historia, se ha designado el nombre de unidades militares por el nombre de su comandante. Hoy en día es frecuente en las ciencias.[2]
Aunque los conceptos denotados no son tan famosos, el naturalista británico Charles Darwin tiene numerosos epónimos, ya sea porque él los descubrió o porque fueron bautizados en su honor. Algunos ejemplos:
Darwinismo, conjunto de ideas del naturalista sobre evolución y selección natural.
↑Aunque se haya trascendido del purismo etimológico, en el presente es frecuente que se use científicamente la palabra epónimo para designar ya no sólo a un personaje, sino a un objeto o una entidad de la cual algo o una población recibe, por metonimia, el nombre.
↑En el caso de Pascal su nombre se liga a varios objetos (lenguaje Pascal, triángulo de Pascal) y disciplinas científicas (hidrodinámica, cálculo de probabilidades, etc).