Según los estudios de Javier Pérez Rojas, el centro histórico de Cartagena resultó gravemente destruido por el bombardeo de tropas centralistas durante la revolución cantonal de 1873. Comienza después de esta fecha la tarea de reconstrucción de la ciudad. Coincide este final del siglo XIX con un extraordinario auge en la explotación de la Sierra minera de Cartagena-La Unión y con la formación, como consecuencia de esta actividad, de una potente burguesía acaudalada y deseosa de mostrar su pujanza y poder económico a través de la arquitectura.
La ciudad va a ser objeto de un profundo cambio conforme a las nuevas ideas urbanísticas y arquitectónicas en boga. La actual configuración del casco antiguo de Cartagena debe su fisonomía a esta época: se levantan palacetes, casonas de la burguesía, un nuevo ayuntamiento, una estación de ferrocarril, fábricas y centros de enseñanza en el nuevo estilo modernista, con modelos que fundamentalmente se inspiraban en el modernismo catalán.
De forma paralela, nació la ciudad de La Unión, vinculada a la explotación de las minas, y que guarda algunas obras relevantes del modernismo de la Región de Murcia.
El Palacio Pedreño (Carlos Mancha, 1872), con una exquisita decoración interior y exterior. Situada en un lugar privilegiado (confluencia de las calles Carmen y Sagasta), en 1890 se planteó su uso como Casa Consistorial, aunque finalmente se optó por la construcción de una nueva. En la actualidad es Centro Cultural de la Caja de Ahorros de Murcia.
El Palacio Consistorial (Tomás Rico, 1907). De planta triangular, y levantado sobre la antigua casa consistorial, el Ayuntamiento de Cartagena es una de las principales realizaciones del arquitecto Tomás Rico Valarino. En su interior destaca la gran escalera imperial en torno a la que se encuentran diversas dependencias municipales. Son también reseñables las obras de fundición como columnas y lámparas. En 2006 finalizó un largo proceso de restauración y consolidación del mismo.
El Casino. Edificado a finales del XIX sobre un antiguo palacete barroco del que se conservaron algunos elementos
Pero es fundamentalmente con la llegada a Cartagena de Víctor Beltrí, y su primera obra, la Casa Cervantes, cuando la burguesía cartagenera se iba a volcar con los nuevos aires arquitectónicos que provenían de Cataluña: el modernismo. Las principales obras modernistas en Cartagena son:
Casa Cervantes (Beltrí, 1897-1900). La primera de las grandes obras realizadas en Cartagena por Víctor Beltrí fue esta imponente residencia para la familia Cervantes en la calle Mayor, de la que se conserva la fachada, ubicando en su interior, muy remodelado, el Aula de Cultura y biblioteca de la Caja de Ahorros del Mediterráneo, ahora denominada Fundación Mediterráneo.
Palacio de Aguirre (Beltrí, 1898-1900). Situado en una esquina junto a la plaza de la Merced y donde el autor muestra otras características del modernismo en su fachada, como la incorporación del color y la alternancia de materiales. En este caso se conserva la distribución y parte de la decoración interior. En la actualidad es sede de la delegación de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia en Cartagena. En su entorno se encuentra el Museo Regional de Arte Moderno.
Casa Zapata (Beltrí, 1909). Una de las últimas obras proyectadas por Beltrí, ya en un estilo más novecentista que modernista. En la actualidad Colegio de las Carmelitas.
Gran Hotel (Rico - Beltrí, 1907-1916). Probablemente se trate de la obra más representativa del modernismo en la Región de Murcia. Los contrastes de volúmenes, colores y materiales, así como un cuidadísimo programa ornamental no hacen sino poner en valor la obra de Rico, terminada por Beltrí. Originalmente de uso hotelero y en la actualidad como oficinas.
Casa Llagostera (Beltrí, 1916). Situada en la calle Mayor, aquí Beltrí opta por una solución absolutamente diferente para su elemento más importante: la fachada, en la que junto a los miradores y balcones con maderas y hierro forjado, predomina la decoración de azulejos con escudos y personajes mitológicos. Está en proceso de restauración.
Otras construcciones modernistas destacadas de la ciudad son el Pasaje Conesa (1891), el edificio Dorda Bofarull -popularmente Tárraga- (Beltrí, 1903), el edificio Clares (Mario Spottorno, 1906), el edificio Pascual de Riquelme (Tomás Rico, 1908), el antiguo Club de Regatas (Spottorno, 1912; tras ser destruido por un incendio fue sustituido por una réplica) y la nueva Pescadería (Tomás Rico, 1912).
Mención especial merecen las distintas edificaciones de la zona del puerto, como las de la Autoridad Portuaria (1925) y Aduanas (Maese Velasco, 1930).