Parábola de la lámparaLa parábola de la lámpara, (o también conocida como la lámpara bajo el celemín o la lámpara debajo de un almud), es una de las parábolas de Jesús. Se presenta en tres de los evangelios canónicos del Nuevo Testamento. Las diferencias encontradas en Mateo 5:14-15, Marcos 4:21-25 y Lucas 8:16-18 son menores. Una versión abreviada de la parábola también aparece en el evangelio no canónico de Tomás (33).[1] Texto bíblicoEn el Evangelio de Lucas, Jesús dijo:
Interpretación de la Iglesia católicaEn Mateo esta parábola es una continuación del discurso sobre la sal y la luz ya que se inicia con el siguiente mensaje de Jesús:
La idea clave de la parábola es que "La luz es para ser revelada, no oculta".[2] La luz aquí se ha interpretado como una referencia a Jesús,[3][4] a su mensaje,[4] o a la respuesta del creyente a ese mensaje.[5] Las imágenes de la luz así como la de la sal es un reflejo de la situación de quien vive las bienaventuranzas y señalan la importancia de las buenas obras. Cada persona ha de luchar por su propia santificación personal y también por la de los demás. Jesús lo enseña con estas dos expresivas imágenes. La sal preserva a los alimentos de la corrupción. El Señor les indica a sus discípulos son la sal de la tierra, es decir, los que dan sabor divino a todo lo humano, y los que preservan al mundo de la corrupción, manteniendo viva la Alianza con Dios. «Lo que es el alma en el cuerpo, eso son los cristianos en el mundo».[6] La luz es necesaria para caminar, para vivir. En el Antiguo Testamento, esa luz necesaria es Dios[7], y la palabra de Dios.[8] Los discípulos de Jesús deben ser también, como Él mismo, luz para los que yacen en tinieblas.[9] «Me parece que esta antorcha representa la caridad que debe iluminar y alegrar no sólo a aquellos que más quiero, sino a todos los que están en la casa».[10][11] Véase tambiénReferencias
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