Prudencio Lapaza de MartiartuPrudencio Lapaza de Martiartu y Grossi (Bilbao, 28 de abril de 1855 - Madrid, 4 de junio de 1906) fue un periodista español, redactor jefe del diario integrista El Siglo Futuro a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. BiografíaEra hijo del abogado bilbaíno Juan de Lapaza de Martiartu y Sabater[1] y de Vicenta Grosel y Federici. Su padre, reputado letrado y doctor en cánones,[2] era consultado por los hombres más eminentes de su tiempo, entre ellos Cándido Nocedal, delegado en España de Don Carlos.[3] Integrista como su padre, los dos o tres años de fundarse El Siglo Futuro, Prudencio Lapaza de Martiartu fue a Madrid y colaboró en el periódico junto con Gabino Tejado en numerosos artículos, campañas y escritos varios. Fue asimismo colaborador de La Semana Católica y de otros periódicos y revistas. Solía emplear los seudónimos «Mario» y «José Juárez y Vicens».[3] Hizo varias traducciones de obras, entre ellas la Historia de la Iglesia del doctor R. F. Rohrbacher, de la Universidad de Lovaina.[3] También destacó por su defensa del vascuence en publicaciones como Euskal-Erria.[4] Fue redactor jefe de El Siglo Futuro, pero se separó de su redacción en junio de 1893,[5] al parecer, por disconformidad con la tendencia manifestada por Orti y Lara en una asamblea integrista de acercarse a la dinastía reinante.[6] Algunos años después volvería a ejercer el mismo cargo en el periódico. En julio de 1901 proyectó una magna peregrinación en desagravio a la Virgen del Pilar de Zaragoza, tras haber sido apedreado el templo por unas turbas, con la publicación de un artículo titulado «¡Españoles, al Pilar!»,[7] al que siguieron una serie de artículos con el mismo nombre. Decenas de periódicos católicos de toda España se adhirieron a la convocatoria,[8] que había de congregar a más de treinta mil españoles. El Siglo Futuro organizó la peregrinación e hizo propaganda de la misma durante meses. Sin embargo, finalmente no se llevaría a cabo,[3] al ser suspendida por el Arzobispo de Zaragoza.[9] En una serie de artículos titulados «Decreto ilegal» defendió los derechos de la Santa Sede, las Órdenes religiosas y la Iglesia en España, definiendo cuestiones relativas a las relaciones entre la Iglesia y el Estado[3] con ocasión de un decreto del ministro de la Gobernación Alfonso González Lozano que pretendía sujetar a las órdenes y congregaciones religiosas a la fiscalización del Estado.[10] Trató también temas de política internacional, teniendo como criterio el interés del catolicismo y de España. Poco antes de morir, denunció que en la Conferencia de Algeciras el gobierno no había defendido los intereses de España, sino los de Inglaterra.[11] Según Mariano Arenillas, murió diciendo «¡Qué hermoso es luchar por Cristo y morir con Cristo!» y sus últimas palabras fueron «¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo!».[11] Referencias
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