La sierra minera de Cartagena-La Unión es una formación montañosa que se extiende en dirección este-oeste a lo largo de 26 km de costa desde la ciudad de Cartagena hasta el cabo de Palos, pasando por el término municipal de La Unión, en la Región de Murcia en España.[1] Su máxima elevación se encuentra en el cerro del Sancti Spíritus en las cercanías de Portmán, a 431 m de altitud.[2]
Esta sierra fue intensamente explotada por sus minas de plata y plomo y otros minerales metálicos en la antigüedad. El control sobre estos recursos mineros fue una de las principales causas del establecimiento de los cartagineses en el sur de España y de la posterior ocupación romana. La prosperidad generada por la minería hizo de la ciudad de Carthago Nova, actual Cartagena, una de las más florecientes de la Hispania romana, hasta que a finales del siglo I el agotamiento de los mejores yacimientos, unido a la escasa tecnología romana, determinaron su abandono.
Las minas no se volvieron a poner en explotación hasta que, en el siglo XIX, las nuevas tecnologías industriales permitieron hacer de nuevo rentable la producción de mineral en la sierra de Cartagena, y se produjo un nuevo auge de la minería e industrias relacionadas. Después de la guerra civil española se pasó a una explotación extensiva a cielo abierto que generó graves problemas medioambientales hasta el cese definitivo de las actividades mineras en 1990.[3]
Como consecuencia de este dilatado proceso histórico de explotación industrial, el paisaje de la sierra de Cartagena-La Unión está marcado y transformado por siglos de intensa actividad humana y atesora valiosos testimonios culturales, arqueológicos e industriales de su pasado minero. Por todas estas razones, ha sido declarada bien de interés cultural con la categoría de sitio histórico.[1]
Origen geológico
Orogénesis de la sierra minera
La sierra minera forma parte de las últimas estribaciones orientales de las cordilleras Béticas, surgidas en el Cenozoico durante la denominada orogenia alpina, por colisión de la microplaca mesomediterránea con la placa ibérica. Geológicamente la sierra minera está compuesta por dos unidades tectónicas superpuestas:[4]
Asociados a esta actividad volcánica, se generaron potentes procesos hidrotermales, en los que el agua procedente del interior de la tierra, con presencia de minerales disueltos, sometida a fuertes presiones y altas temperaturas, precipitó estos minerales en las fallas y cavidades de la sierra, y dio lugar a ricos filones de minerales metálicos.[7]
Yacimientos minerales y mineralogía
La mineralogía de la Sierra de Cartagena-La Unión es bastante compleja, y el aprovechamiento de los yacimientos ha tenido distintos enfoques dependiendo de la época. En época romana y prerromana, el mineral principal fue la plata, contenido en la galena argentífera y en el gossan. Junto con ella se extrajeron enormes cantidades de plomo, pero también se abandonaron escorias ricas en este último metal. Entre el final de la explotación romana y el siglo XIX las labores mineras fueron esporádicas, fundamentalmente para obtener galena para alfarería (alcohol de alfareros) o incluso amatistas, de calidad razonable en el contexto de los yacimientos europeos, antes de la explotación de los sudamericanos. En el siglo XIX se retomó la explotación de plomo de las antiguas escorias, posteriormente de los minerales secundarios (anglesita y cerusita) despreciados por los romanos, y finalmente de la galena, obteniendo también plata. El zinc se obtuvo desde mediados del siglo XIX de minerales oxidados, las llamadas calaminas (smithsonita y hemimorfita) y desde inicios del siglo XX también de la esfalerita. Los minerales de hierro (limonita y siderita) también se extrajeron en muchas minas, especialmente cuando contenían manganeso (mezclas de goethita y pirolusita). En algunos momentos se extrajo también el mineral de estaño (casiterita) en alguna mina concreta, así como minerales de cobre (fundamentalmente en época prehistórica) y baritina. Desde el punto de vista mineralógico, la Sierra minera de Cartagena-La Unión ha producido ejemplares notables de la mayor parte de las especies explotadas, y de otros minerales sin valor industrial, pero de interés científico, como la greenalita, vivianita o ludlamita.[8]
Cristales de galena con siderita y greenalita. Corta San Valentín, Cartagena
Smithsonita sobre óxidos de hierro.Mina Lirio, Cartagena
Cristales de amatista sobre óxidos de manganeso. Mina Catón, Cartagena
Baritina.Mina Teresita, Cartagena
Las minas de Cartagena en la antigüedad
Primeras evidencias arqueológicas de la explotación y el comercio de minerales
Las primeras evidencias arqueológicas de explotación minera en el sureste proceden de los numerosos pecios de origen fenicio que atestiguan intercambios comerciales de productos mineros con oriente desde el siglo VII a. C. Prueba de este tráfico comercial es, por ejemplo, el cargamento de un barco fenicio hundido encontrado en la isla Grosa, cerca de cabo de Palos, compuesto por lingotes de plomo y estaño junto con manufacturas púnicas y unos colmillos de elefante con inscripciones fenicias. Este cargamento se conserva en el Museo Nacional de Arqueología Subacuática de Cartagena.[9]
Un yacimiento excepcional que también se expone en el Museo Nacional de Arqueología Subacuática es el de los barcos fenicios de Mazarrón, cuyo cargamento de plomo, aunque no procede exactamente de la zona minera de Cartagena, demuestra la existencia de explotaciones mineras en la región desde el siglo VII a. C.[10]
La primera constancia arqueológica de un asentamiento dedicado a la explotación minera de la sierra data de la época ibérica, ya que en el pueblo de Los Nietos, junto al mar Menor, se descubrió en los años sesenta un poblado que en el siglo IV a. C. ejercía el papel de base comercial de la zona en la que se intercambiaban productos derivados de la minería por mercancías procedentes de Grecia, Campania y el Mediterráneo oriental.[11]
Colmillos de elefante con inscripciones fenicias. ARQUA.
El dominio cartaginés sobre las minas de Cartagena
Según algunos historiadores, como el conocido arqueólogo Adolf Schulten, el establecimiento de los cartagineses en el sureste de la península ibérica y la fundación de la ciudad de Qart Hadasht, la actual Cartagena, en 227 a. C. por Asdrúbal tuvo como objetivo principal el control de la riqueza generada por las minas de plata de Cartagena.[12]
Con la plata de las minas de Cartagena pagaron ellos sus mercenarios, y, cuando por la toma de ésta en 209 a. C. Carthago perdió estos tesoros, Aníbal ya no fue capaz de resistir a los romanos, de manera que la toma de Cartagena decidió también la guerra de Aníbal.
Con esta plata se habría producido muy probablemente la acuñación en la ciudad de una conocida serie de monedas cartaginesas con las efigies de la familia Barca encontradas en Mazarrón y en otros puntos del Levante en el siglo XIX.[13]
Las minas de Carthago Nova en las fuentes clásicas
Las menciones a la abundancia mineral de toda Hispania son una constante en las descripciones de la Península realizadas por los historiadores clásicos en la antigüedad. La extraordinaria riqueza de las minas de plata de Carthago Nova atrajo enseguida la atención de los geógrafos griegos y romanos. Las primeras referencias escritas que se refieren concretamente a las minas de Cartagena proceden del historiador Polibio de Megalópolis, quien visitó la zona en 147 a. C. Tras describir minuciosamente la ciudad, el escritor relaciona la existencia de una colina con un templo dedicado a Aletes, descubridor de las minas de plata.
Las otras elevaciones del terreno, simplemente unos altozanos, rodean la parte septentrional de la ciudad. De estos tres, el orientado hacia el este se llama el de Hefesto, el que viene a continuación, el de Aletes, personaje que, al parecer, obtuvo honores divinos por haber descubierto las minas de plata. Polibio, Historias 10, 11.1.
Un siglo más tarde, el geógrafo Estrabón parafraseando a Polibio, describe con un poco más de extensión las minas de plata de Carthago Nova.[14]
Polibio, al mencionar las minas de plata de Cartagena, dice que son muy grandes, que distan de la ciudad unos veinte estadios, ('unos cuatro km') que ocupan un área de cuatrocientos estadios, ('unos setenta y cinco km') que en ellas trabajan cuarenta mil obreros y que en su tiempo reportaban al pueblo romano 25 000 dracmas diarios. Y omito todo lo que cuenta del proceso del laboreo, porque es largo de contar; pero no lo que se refiere a la ganga argentífera arrastrada por una corriente, de la que, dice, se machaca y por medio de tamices se la separa del agua; los sedimentos son triturados de nuevo y nuevamente filtrados y, separadas así las aguas, machacados aún otra vez. Entonces, este quinto sedimento se funde y, separado el plomo, queda la plata pura. Actualmente las minas de plata están todavía en actividad; pero tanto aquí como en otros lugares, han dejado de ser públicas.
Tradicionalmente se ha considerado que el siguiente texto de Diodoro de Sicilia, contemporáneo de Estrabón, hacía referencia a las minas de plata de Cartagena, aunque sin mencionarlas expresamente.[12]
Siendo desconocido este uso (de la plata) entre los naturales del país, los fenicios lo utilizaban para sus ganancias comerciales, y cuando se dieron cuenta de ello adquirieron la plata a cambio de pequeñas mercancías. Así, los fenicios que la llevaron hasta Grecia y Asia, y todos los otros pueblos, adquirieron grandes riquezas. Hasta tal punto se esforzaron los mercaderes en su afán de lucro que cuando sobraba mucha plata porque los barcos estaban llenos de carga, sustituían el plomo de las anclas por plata.
Diodoro de Sicilia (Biblioteca Histórica V, 35, 4-5).
La explotación de las minas de Carthago Nova durante la dominación romana
En un primer momento, el laboreo de las minas estuvo bajo control directo del Estado. Roma explotó las minas de Cartagena tanto en galerías subterráneas como "a cielo abierto". De esta época procede la famosa mina del Cabezo Rajao en donde se vació un filón superficial de galena argentífera que dejó una gran raja en la montaña, origen de su etimología actual.[17]
Como ya se ha mencionado en el texto de Estrabón, hasta cuarenta mil esclavos trabajaban en la extracción de mineral en unas penosas condiciones humanas.
Los que se ocupan del trabajo de las minas proporcionan a sus dueños increíbles ganancias, mientras agotan sus cuerpos trabajando día y noche, debajo de la tierra, en las galerías, y muchos mueren por exceso de sufrimientos. No hay para ellos asueto ni descanso en sus trabajos. Al contrario, son obligados a base de azotes de los capataces a soportar una terrible serie de dolores que acaban miserablemente con sus vidas. Algunos, que resisten mucho tiempo por la potencia de su cuerpo o por el valor de su espíritu, soportan durante un largo periodo los sufrimientos; pero para ellos es preferible la muerte a la vida. Tal es la magnitud de sus padecimientos.
Diodoro de Sicilia, Bibliotheca Histórica.
A pesar de que la intensa y extensa actividad minera de los siglos XIX y XX borró muchos de los yacimientos arqueológicos de la minería antigua, por toda la sierra minera y alrededores del Campo de Cartagena se encuentran todavía numerosísimos vestigios de la explotación minera en la antigüedad. Esos restos arqueológicos se pueden clasificar en cuatro tipos:[18]
Labores y establecimientos mineros. Se incluyen pozos y galerías, así como explotaciones a cielo abierto, terreras y escoriales de material. La mayor parte de los yacimientos se concentran en la zona del mencionado Cabezo Rajao y en el cerro del Sancti Spíritus.
Instalaciones para el tratamiento del mineral, tales como lavaderos de mineral, molinos para la trituración de la roca y depósitos de estériles.
Fundiciones con sus escoriales en donde se procesaba el mineral para obtener lingotes.
Dependencias de habitación de los trabajadores de las minas y de administración y almacenaje del producto minero.
Con la reactivación de la actividad minera a mitad del siglo XIX comenzaron a aparecer las primeras evidencias arqueológicas de la explotación antigua de la sierra minera. Las excavaciones sistemáticas y los estudios arqueológicos, tanto de las minas de Cartagena como de las de Mazarrón, no se realizaron de forma exhaustiva hasta los años cuarenta del siglo XX.[19] El fruto de estas excavaciones puede verse actualmente expuesto en el Museo Arqueológico Municipal de Cartagena, así como en el Museo Arqueológico de La Unión, una singular colección de útiles romanos de la minería, entre los que se encuentran piezas como:[20]
Herramientas de hierro como martillos, picos, cuñas y campanas.
Escaleras y poleas de madera.
Espuertas, cantimploras y prendas de vestir —alpargatas, gorros, rodilleras, etc.— realizadas en esparto y fibra de palmito.
Útiles de la minería de época romana fabricados de esparto. Museo Arq. de Cartagena.
Capazo de esparto usado en las labores de la minería romana. Museo Arq. de Cartagena.
Alpargata de esparto usada en las labores de la minería romana. Museo Arq. de Cartagena.
Carthago Nova se constituyó en el centro económico de la minería, no sólo de las cercanas explotaciones de la sierra de Cartagena-La Unión, sino también de las de Mazarrón, Águilas y zonas mineras de Almería —sierra Almagrera y sierra de Gádor—, y se convirtió en una de las más prósperas ciudades de la Hispania romana.[21]
La creciente pujanza económica y comercial de la ciudad hizo que en el año 44 a. C. recibiera el título de colonia bajo la denominación de Colonia Vrbs Iulia Nova Karthago (C.V.I.N.K), siendo la tercera ciudad en Hispania en recibir el estatus colonial tras Corduba y Tarraco, y durante el principado del emperador Augusto (27 a. C.-14 a. C.), la ciudad fue sometida a un ambicioso programa de urbanización y monumentalización, que incluyó, entre otras intervenciones urbanísticas, la construcción de un impresionante teatro romano y un foro de grandes dimensiones.[15] A la nueva colonia se le otorgó el privilegio de emitir moneda propia en valores de ases, semises y cuadrantes.[22]
El agotamiento de la actividad minera en la antigüedad
Durante el siglo I comenzaron a darse los primeros síntomas de agotamiento de la actividad minera en Cartagena. La menor rentabilidad hizo que el estado romano abandonase la explotación directa de las minas y las arrendase a particulares o a grandes sociedades privadas. La producción minera continuó descendiendo hasta una total paralización a finales del siglo II.[23]
El cese de la minería supuso la rápida decadencia de la ciudad de Carthago Nova, el abandono de la mitad del espacio urbano y la ruina de la mayoría de los edificios construidos en época augustea.[24] Durante los siglos siguientes no habría actividad en las minas de Carthago Nova más que de una forma muy residual.
Reactivación de la actividad minera
La reapertura de las minas en el siglo XIX
Durante el reinado de Fernando VII, en 1825, se produjo un hecho trascendental en la historia de la minería española: la promulgación de la ley de minas que liberalizó el sector y permitió iniciar actividades mineras sin necesidad de contar con licencia del rey. Unos años después, en 1839, se descubrió en la sierra Almagrera de Almería el riquísimo filón Jaroso, que desató a una auténtica fiebre de la minería en todo el sureste español.[25]
En Cartagena se comenzaron a constituir sociedades anónimas para la explotación de las minas. Se reabrieron los antiguos pozos mineros romanos al mismo tiempo que apareció una nueva actividad: el beneficio de los antiguos escoriales romanos a los que, con las nuevas tecnologías industriales, se les extraía rendimiento de los restos de minerales que aún conservaban. Hacia 1850 había en Cartagena treinta y ocho fábricas de fundición de plata. Por otro lado, la aparición de nuevas tecnologías industriales hizo posible una nueva actividad económica: la explotación de los carbonatos y sulfuros de plomo. Sobre 1860, con la llegada de las primeras máquinas de vapor, se comenzó a explotar la calamina, de la que se extraía el zinc, y por último, ya a finales del siglo XIX, se inició el aprovechamiento de las piritas para la obtención del hierro. Durante el siglo XIX, la producción de plomo y zinc de las minas de Cartagena y La Unión constituyó el grueso de la producción nacional.[17][25]
Como consecuencia de este crecimiento industrial, se desarrollaron de forma extraordinaria los asentamientos y las infraestructuras relacionados con la minería:[1]
En 1860, los pueblos de Herrerías y El Garbanzal se independizaron del municipio de Cartagena y dieron lugar al nuevo municipio de La Unión en cuyo término municipal se incluyó también Portmán.
En 1862, la reina Isabel II inauguró la línea de tren Madrid-Cartagena.[26]
La actividad minera generó un intenso proceso inmigratorio de mano de obra procedente fundamentalmente de Andalucía, en especial de la provincia de Almería, así como del resto de la Región de Murcia.[27]
Con la riqueza generada por la actividad minera se gestó en Cartagena una poderosa burguesía enriquecida que invirtió sus ingentes fortunas en lujosas casas y palacetes de estilo modernista. Este nuevo estilo arquitectónico cambió por completo la fisonomía urbana tanto de la ciudad de Cartagena como de La Unión. Arquitecto fundamental en este nuevo proceso urbanístico fue el catalán Víctor Beltrí con obras como el Gran Hotel, la Casa Maestre, la Casa Llagostera o el Palacio de Aguirre, todas en Cartagena o el mercado público en La Unión.[28]
La crisis de la actividad minera a partir de la Primera Guerra Mundial
A principios del siglo XX, este apogeo dorado del sector minero en Cartagena comenzó a descender súbitamente por la aparición de fuertes competidores en el mercado internacional (Estados Unidos y Australia, principalmente) con una tecnología más eficiente que la empleada por las empresas locales.[29] El descenso se hizo más acusado a partir de 1918 final de la Primera Guerra Mundial, como consecuencia de la caída en picado de la demanda de plomo, utilizado en proyectiles y armamento. Por último, con la crisis económica de 1929 y el consiguiente descenso de la demanda internacional, la producción de las minas desapareció casi por completo.[17]
Como consecuencia del cierre de explotaciones mineras, se produjo en el municipio de La Unión una despoblación sin precedentes perdiendo hasta 2/3 de sus habitantes.[27]
La minería después de la guerra civil española hasta finales del siglo XX
A partir de los años 50, se reactivó de nuevo la actividad minera. La empresa de capital francés Peñarroya se hizo con la propiedad de gran parte de la sierra minera. Esta concentración de la propiedad y la introducción de nuevas tecnologías de explotación —algunas con generación graves problemas medioambientales— permitieron hacer de nuevo rentable la minería hasta los años 80 en que por causa de la crisis económica producida por el aumento de los precios del petróleo y el agotamiento de los yacimientos, se produjo el cierre definitivo de las minas y la declaración como Bien de Interés cultural, con la consideración de sitio histórico del Patrimonio industrial de las Minas de Cartagena-la Unión.[1] La declaración definitiva se produjo en 2015.[30] En 1988, la empresa Peñarroya vendió la propiedad de todas sus explotaciones mineras a Portmán Golf, una promotora inmobiliaria.
La minería en el siglo XXI
En 2008, se planteó la posibilidad de reabrir algunos de los yacimientos mineros, propiedad de la empresa Portmán Golf, para la extracción de la blenda que precisaba la empresa Española del Zinc. Esta opción, que despertó un gran rechazo vecinal, fue pronto descartada.[31][32]
Aspectos medioambientales
La cubierta vegetal originaria de las sierras de Cartagena
... Dijeron que sobre la conservación de los montes se ha tratado muchas veces y se han visitado y que no se halla en ninguna parte donde plantar pinos nuevos, y que en la sierra, así de levante como de poniente se crían muchos de su mismo natural, por ser la tierra acomodada para ello, y porque se han visto que conviene respeto de que hay muchos pinos nuevos en la parte de poniente.
Acta Capitular del Ayuntamiento de Cartagena de 1598.
En tierra de Cartagena hay estos Montes (...). La sierra de Porte Mayn (Portmán) "es buen monte de puerco en invierno, e en estos montes hay estas fuentes, la Fuente del Cañaveral, la Fuente del Porte Mayn. El monte de Cabo de Palos es muy buen monte de Puerco en invierno, e este monte es cerca de la mar. E cerca deste monte está una isla, que entra en la mar: e dura bien una legua, e hay en ella muchos venados".
La especial localización geográfica de los municipios de Cartagena y La Unión, así como las particularidades de su orografía y climatología son causa de que las sierras litorales de Cartagena concentren una de las mayores biodiversidades de Europa por la confluencia de especies de diferentes procedencias así como por la gran riqueza de comunidades vegetales diversas y la presencia de numerosos endemismos florísticos. Así podemos encontrar:[36]
Esta riqueza botánica conforma uno de los patrimonios vegetales más importantes de Europa y se concentra fundamentalmente en las sierras litorales del Campo de Cartagena, donde la humedad aportada por las nieblas procedentes del mar mitiga de forma muy importante la aridez del clima.
Todas estas especies se organizan en diferentes ecosistemas y hábitats, muchos de ellos de gran valor ecológico y extremadamente raros en Europa, lo que ha motivado la declaración en la sierra de siete microrreservas botánicas.[39] Destacan muy especialmente en este sentido los bosques de ciprés de Cartagena o Tetraclinis articulata, presentes en la Peña del Águila y Monte de las Cenizas.[40]
Evolución del paisaje vegetal a través de la historia
Durante muchos siglos, los ecosistemas originarios de la sierra de Cartagena se mantuvieron de forma más o menos inalterada:
Con el incremento demográfico de la zona durante los siglos XVI, XVII y especialmente a partir del siglo XVIII, aumentó la presión antrópica sobre el monte en forma de roturaciones, corta de leña y pastoreo, y la antigua cubierta vegetal empezó a desaparecer. A comienzos del siglo XIX gran parte de la maquia originaria de la sierra ya había casi totalmente desaparecido, siendo sustituida por un espinar, mucho más pobre ecológicamente.[33]
El impacto de las primeras labores mineras en el siglo XIX sobre el monte fue relativamente limitado, ya que, en esta época las explotaciones se realizaron por medio de galerías subterráneas, y, por otro lado, los hornos de calcinación y las fundiciones se alimentaban a base de carbón importado desde Inglaterra.[41]
Los problemas medioambientales de la sierra minera se agravaron muy especialmente cuando, a partir de 1952, la empresa Peñarroya generalizó la apertura de explotaciones a cielo abierto, como la Mina Descubierta Emilia, un tipo de labor minera mucho más económica que la de la mina subterránea, pero que provoca graves problemas medioambientales por la pérdida de suelo y la generación inmensos movimientos de tierras.[42] Estas prácticas causaron la desaparición de una importantísima extensión de terreno convertido ahora en una zona estéril y la pérdida de numerosos hábitats y especies, como la jara de Cartagena, una planta descrita antiguamente como abundante en la sierra minera, que es dada por extinguida hasta su redescubrimiento en 1983.[43]
Con todo, el mayor de los problemas vino de la eliminación de las ingentes cantidades de estériles o residuos de la minería, que en forma de fangos eran vertidos por la empresa Peñarroya directamente al mar en la bahía de Portmán. Los vertidos, de hasta 7000 toneladas diarias de residuos mineros, comenzaron en 1958, autorizados por las autoridades del franquismo y contenían una alta concentración de metales pesados, como cadmio o plomo, así como de productos muy tóxicos usados en el lavado del mineral como sulfato de cobre, cianuro sódico, sulfato de cinc o ácido sulfúrico.
Los vertidos comenzaron a colmatar la bahía, y a generar un grave problema paisajístico y medioambiental.
Las protestas vecinales y de colectivos ecologistas se fueron incrementando hasta que en 1986 una intervención del grupo ecologista Greenpeace consiguió situar la noticia de la contaminación de la Bahía de Portmán en los diarios nacionales.[44]
En 1990, debido en parte a la presión vecinal y, también, a la baja rentabilidad de la producción minera, se produjo el cese definitivo de la explotación de las minas. A su cierre, la empresa Peñarroya dejó tras de sí una sierra en la que habían desaparecido 50 km² de terreno convertidos en un estéril paisaje lunar, una bahía completamente colmatada por 33 millones de metros cúbicos de residuos tóxicos, una línea de costa que había avanzado 700 m sobre el mar, y un fondo marino en el que los sedimentos cargados de metales pesados llegaban hasta 12 km mar adentro.[45][42][46][47]
A mediados de 2011, después de muchas promesas incumplidas de regeneración de la bahía de Portmán, se presentó un gran proyecto para convertir el entorno de la bahía en un resort turístico de lujo con campos de golf, puertos deportivos y hoteles.[48]
En octubre de 2012, el proyecto de regeneración está pendiente de adjudicación y cuenta con consignación presupuestaria para su ejecución en 2013.[49]
Producto de la intensa actividad humana a través de los siglos, la sierra minera de Cartagena-La Unión atesora un valioso legado histórico, arqueológico y cultural relacionado con la minería.[50] Se pueden destacar:
Yacimientos arqueológicos
Villa romana del Paturro en Portmán. Villa romana que en época de la República romana estaba relacionada con la actividad minera de la zona. En la actualidad, en 2009, se encuentra en proceso de restauración y musealización.
Casa del Piñón de La Unión. Obra de Pedro Cerdán de 1899. Según la leyenda, en el interior se conserva una cúpula metálica diseñada por el ingeniero francés Gustave Eiffel, aunque este dato no se puede confirmar documentalmente.[51]
La Unión cuenta con tres museos relacionados con la minería.[52]
Museo Arqueológico de La Unión, situado en Portmán. Se trata de un pequeño museo en el que se conservan algunos restos de las explotaciones romanas de las minas, así como el mosaico descubierto en 1969 en la Villa del Paturro.
Museo Minero de La Unión. Posee una interesante colección de minerales, instrumental minero y maquetas a escala de los procesos de extracción y lavado de mineral.
Disperso por toda la sierra se encuentran multitud de restos del pasado industrial reciente de la minería en la zona: instalaciones, realizadas en ladrillo visto y hierro, entre las que se encuentran:[53]
Castilletes: Estructuras verticales que se sitúan sobre un pozo para permitir las maniobras de extracción del mineral.
Polvorines donde se guardaban sustancias explosivas.
Casi todos estos elementos se encuentran en estado muy ruinoso por el abandono de la actividad minera, aunque algunos han sido recientemente restaurados y son visitables.
Centros de interpretación de la minería
Algunas instalaciones industriales han sido recuperadas o están en proceso de serlo:
Mina Agrupa Vicenta. Mina de pirita en galería en el municipio de La Unión. Inaugurada en verano de 2010.
Con la apertura de yacimientos mineros en el siglo XIX, miles de obreros andaluces, especialmente de las provincias de Granada y Almería, emigraron a Cartagena y La Unión para trabajar en las minas. Con ellos llegó también a la zona el cante flamenco.[54][55] De la malagueña, la granaína y el taranto de Almería, palos herederos del fandango, traídos por los obreros andaluces y su contacto con los fandangos locales, nacieron los denominados cantes minero-levantinos. Los más destacables son:[56]
La taranta: Cante difícil, largo y de profunda hondura procedente del fandango almeriense.
La minera: Cante también difícil y hondo basado en las penalidades del trabajo en la mina.
La cartagenera: Procede del "aflamencamiento" de los fandangos locales del siglo XVIII. No trata temas mineros.
Desde el año 1961 se celebra en La Unión todos los meses de agosto el Festival Internacional del Cante de las Minas. En este festival se rememoran aquellos cantes, que sufridamente alzaban los antepasados mineros durante su largo día de trabajo dentro de la mina y se ha convertido en uno de los festivales más importantes del mundo del cante flamenco.
Por sus valores geológicos e histórico-industriales, así como por la intensa transformación del paisaje generada por la actividad minera, la sierra minera ha sido declarada bien de interés cultural (BIC) por Decreto de 30 de abril de 2009 del Consejo de Gobierno de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, con categoría de sitio histórico.[1]
Protección medioambiental
Por lo que se refiere a la protección medioambiental, a pesar del tremendo impacto ecológico generado por las labores mineras, la sierra de Cartagena-La Unión conserva aún importantes valores naturales. Además, cuenta con la protección de la personalidad jurídica del ecosistema del Mar Menor, por la vertiente de la cuenca que va a dar a dicho mar y que se ha solicitado ampliar a la vertiente mediterránea del macizo del Santo Espíritu, es decir, a Portmán.[57]
Microrreservas botánicas. Por último, con el fin de proteger la excepcional diversidad vegetal de la sierra, se ha propuesto la declaración de siete microrreservas botánicas, cinco en el municipio de Cartagena y dos en el de La Unión:
↑Calvo Rebollar, Miguel (1996). «La Unión; mineralogía». Bocamina, 2, 14-35.
↑Mas García, Julio (1986). «Infraestructuras y desarrollo económico de la Qart-Hadasht ibérica». Enciclopedia de la Historia de Cartagena. Volumen IV. Ediciones Mediterráneo. pp. 193-197.
↑Beltrán Martínez, Antonio (1986). «Acuñaciones púnicas de Cartagena». Enciclopedia de la Historia de Cartagena. Volumen IV. Ediciones Mediterráneo. pp. 257-267.
«La rápida marcha de Escipión para conquistar Cartagena obedece muy posiblemente, no tanto a la necesidad de privar a los cartagineses del mejor puerto del que disponían en la costa levantina en sus relaciones con África e Italia, cuanto a la necesidad de controlar las ricas minas de plata de los alrededores que financiaron la segunda guerra púnica. Perdidas éstas, Aníbal se mantuvo prácticamente a la defensiva en Italia».
↑Antolinos Marín, J. Antonio y Soler Huertas, Begoña (2007). «Los orígenes de la arqueominería en la Región de Murcia: los hallazgos en la sierra minera de Cartagena-La Unión». Mastia. Revista del Museo Arqueológico Municipal de Cartagena (6). 1579-3303,.
El distrito minero de Carthago Noua lo conformaba la sierra de Cartagena, los cotos mineros de Mazarrón, Águilas y, probablemente también, las zonas mineras de Almería, en particular la sierra Almagrera y sierra de Gádor.
↑Lillo Carpio, Pedro (1989). «La Colonia Vrbs Iulia Nova Carthago». La Región de Murcia y su Historia. Ediciones Mediterráneo S. A. p. 118. ISBN84-85-856-61-9.
Con la pax romana las explotaciones mineras entran en un lento declinar. La mano de obra ya no es tan fácilmente localizable por la ausencia de guerras (...) En el siglo I a. C. los arrendamientos a particulares son frecuentes, posiblemente porque no dan al erario público el rendimiento suficiente y una acelerada manumisión hace descender alarmantemente la mano de obra disponible. (...) A principios del siglo III d. C. las minas de Carthago Nova y sus instalaciones metalúrgicas son vestigios de un fulgurante pasado.
↑Martín Camino, Miguel (1996). «Del final de la edad del bronce al mundo bizantino». Manual de Historia de Cartagena. Compobell S. L. ISBN84-87529-36-4.
A partir de la documentación arqueológica conocida puede deducirse actualmente que desde el siglo II d.C. se fue produciendo un progresivo deterioro del urbanismo de Carthago Nova. (...) Una de las causas de esta situación puede achacarse inicialmente a la decadencia de la clase curial que, al límite de sus posibilidades financieras, había invertido, voluntariamente, gran parte de sus riquezas en el desarrollo y embellecimiento de las ciudades. Ello vinculado a la crisis de sus principales fuentes de enriquecimiento, sobre todo de la minería que ya no alcanzaba la rentabilidad de siglos pasados.
El boom minero de mediados de siglo puso fin a uno de los móviles de este trasvase (se refiere a la despoblación del municipio de Cartagena). El área se trocó en núcleo de atracción laboral, convergiendo sobre ella un poderoso caudal que, al coincidir con el agotamiento de los mejores yacimientos de Gádor y Almagrera, llegará principalmente por los caminos de Almería. Verdaderas riadas de mineros y jornaleros procedentes de los términos de Berja, Adra, Dalías, Vera y Cuevas de Vera, se trasladarán a la cuenca, quedando la población originaria en proporción de 8 a 1. También la Región aportó contingentes de consideración, Lorca principalmente.
↑Pérez Rojas, Francisco Javier (1986). Cartagena 1874-1936: Transformación urbana y arquitectura. Editora Regional de Murcia. ISBN84-7564-038-9.
Al final de esta etapa el sector se encontraba ya en franca regresión, dando lugar al cierre de un sinnúmero de minados y a una aguda sangría poblacional, perceptible en la pérdida de efectivos del municipio de La Unión. Si las causas aparentes se podían encontrar en la depreciación y la clausura de las transacciones ocasionadas por la Primera Guerra Mundial, la realidad era otra. La descapitalización reinante había impedido la inaplazable renovación tecnológica, cuando la mayoría de los criaderos eran ya del tipo GBP.
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↑ abZamora Zamora, María del Carmen. Caja de Ahorros del Mediterráneo, ed. Aprovechamientos tradicionales de los montes comunales en la comarca del Campo de Cartagena: Cómo se construye un desierto.La referencia utiliza el parámetro obsoleto |mes= (ayuda)
El paisaje vegetal clímax del Campo de Cartagena es una maquia dominada por le lentisco, el palmito, los acebuches y las atochas principalmente (Chamaeropo humilis-Rhamnetum lycioidis). (...) En las umbrías más húmedas hacían su aparición las carrascas, l os mirtos, los madroños, etc. Por el contrario, en las solanas más desprotegidas, estas especies cedían terreno a los espinares. Los suelos más pobres se encontraban cubiertos de matorral de romero, albardín, jara, etc. En las playas, y en particular La Manga, los sabinares litorales de Juniperus macrocarpa y Juniperus turbinata formaban la primera línea protectora del lentiscar contra los vientos marinos.
Los habitantes de la comarca, durante siglos, han dependido del monte. (...) La población se ha servido de sus montes, entre otras cosas, para guisar, calentarse, alimentarse, construir sus casas, muebles e instrumentos de trabajo, alumbrarse, hacer funcionar las panaderías, herrerías, fundiciones, caleras, jabonerías, carboneras, fabricar la barrilla, tintar sus ropas, pastar sus ganados, etc. De manera que, un aumento en la población, determina un aumento de la presión sobre el monte.
(...).
La vegetación natural de maquia ha sido sustituida por una de espinar. (...) Ha sido la acción destructora del hombre, con la sobreexplotación de los recursos forestales y las roturaciones de terrenos incultos la que ha determinado el fin de la capacidad de regeneración natural de estos montes. (...) Este proceso de deterioro culmina con el gran aumento de población durante el siglo XVIII, en el cual se produce la ruptura que trae consigo la sustitución de un paisaje de maquia a otro de espinar.
Los montes de Cartagena llegan al siglo XIX prácticamente exhaustos, y a esto hacen referencia todas las noticias que nos han llegado referentes a ellos. (...) De entre las plantas útiles al hombre, sólo palmitos y esparto quedaban en nuestros montes a mediados del siglo XIX, salpicados de pequeños rodales de pinos con su máximo exponente en la Peña del Águila.
↑Zamora Zamora, María del Carmen (1986). «El paisaje vegetal y su aprovechamiento en los siglos XVI y XVII». Enciclopedia de la Historia de Cartagena. Volumen VII. Ediciones Mediterráneo S. A. pp. 123-126. ISBN84-85856-75-9.
↑Consejería de Medio Ambiente de la Región de Murcia, ed. (febrero de 2005). «El libro de montería de Alfonso XI». Revista Murcia Enclave Ambiental. ISSN1695-7741. Archivado desde el original el 19 de enero de 2007.La referencia utiliza el parámetro obsoleto |mes= (ayuda)
En Europa sólo cuenta con dos poblaciones naturales, una en Malta, muy exigua lo que no ha impedido que sea uno de sus símbolos nacionales, y la otra en la sierra de Cartagena y La Unión, en la costa murciana. En esta zona, la sabina mora se localiza en cuatro poblaciones
principales. La más importante está en Peña del Águila y Monte de las Cenizas, que junto a Calblanque constituyen un Parque Regional desde 1992. En esta localidad se encuentran más del 80 % de los ejemplares de sabina mora. (...)
En estos momentos se está debatiendo sobre el posible desarrollo urbanístico del entorno de la bahía de Portmán, un corredor natural donde se encuentran algunas de las manchas de Tetraclinis más estratégicas en relación con la conexión entre las principales poblaciones
de esta especie. La propuesta de un Puerto Comercial en el paraje protegido (LIC y ZEPA) del Gorguel supondrá la puesta en riesgo de la población local de sabina mora y la degradación de un centenar de hectáreas de su área potencial. (...) quizás la presión degradativa más importante, que se ha incrementado hasta niveles intolerables en los últimos veinte años, la constituyen los incendios forestales. Todos ellos de origen antrópico, algunos por negligencia y la mayoría intencionados. La coincidencia de los principales fuegos con las fechas de protección de los espacios naturales de la zona y el inicio de la reactivación económico-urbanística de Portmán por la regeneración de su bahía, hoy día colmatada de sedimentos mineros, parecen sugerir una relación causal. No obstante, nada se ha podido demostrar como ocurre en tantos otros lugares. (...) En el incendio más reciente de finales de agosto de 2011, han sido afectados unos de 2800 individuos de sabina mora, lo que supone un 34,1 % de la población total de Murcia, de los cuales en torno a la mitad ya se habían quemado hacía menos de veinte años.
Peñarroya ha extraído cientos de toneladas de plata, piritas y plomo y creó, a su amparo, miles de puestos de trabajo. Uno de los motores del desarrollo industrial de Cartagena deja tras de sí un grave problema ecológico, con 50 kilómetros cuadrados de sierra triturada y una bahía —la de Portman— que se convirtió en el mayor foco de contaminación del Mediterráneo.
La bahía de Portmán y sus alrededores anegados con más de 33 millones de metros cúbicos (más de 60 millones de toneladas) es el mayor desastre medioambiental de España y el Mediterráneo, superando con creces los 5 millones de capacidad de la presa de Aznalcóllar y las 77 000 toneladas de petróleo transportadas por el Prestige.
↑M. Buitrago (28). «ALas cicatrices de Portmán». ABC. Consultado el 27 de agosto de 2009.La referencia utiliza el parámetro obsoleto |mes= (ayuda)