Pero todo este patrimonio le fue confiscado a raíz de su caída, proceso y condena a muerte. Su viuda, Juana Pimentel, se rebeló contra el rey, encastillándose en Escalona, y solo se rindió tras duras negociaciones. En virtud de lo capitulado, hubo de entregar esta villa ducal y dos tercios del tesoro que en ella se guardaba, con las demás que todavía resistían, pero obtuvo el perdón de sus leales, conservó para sí algunas posesiones y aseguró a sus hijos en herencia el señorío del Infantado y el condado de San Esteban de Gormaz.[1]
↑Gonzalo Martínez Díez. Las comunidades de villa y tierra de la Extremadura Castellana: estudio histórico-geográfico (Madrid: Editora Nacional, 1983; ed. facsim. en Valladolid: Maxtor, 2017, ISBN 978-84-9001-556-8), pp. 95-104.
Joseph Pellicer de Ossau. «Succesión de la gran casa de Luna», «Casa de los señores de Almonacir» y «Casa del Excmo. Sr. D. Álvaro de Luna [...], progenitor de los condes de Fuentidueña», publicadas por Josef Miguel de Flores como Apéndice III en su ed. de la Crónica de D. Álvaro de Luna (2.ª imp., Madrid, 1784), pp. 439-446.
Rafael de Fantoni y Benedí. «Los Martínez de Luna: casa de Illueca, condes de Morata», en Hidalguía: la revista de genealogía, nobleza y armas (ISSN 0018-1285), n.º 286-287 (mayo-agosto de 2001), pp. 337-357.